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OpenCeluchile.info: la app que te ahorraba dinero antes de que existiera la portabilidad (y cuando llamar era un lujo)

Todo partió por una necesidad: evitar malgastar dinero llamando desde el celular. Porque en aquellos años —entre finales del 2008 e inicios del 2009, plena era de celulares con tapa y teclados físicos— hacer una llamada era un lujo, y recibir una, también. Literalmente: cada llamada era una decisión financiera.

La conversación clave surgió una tarde, hablando con mi hermano sobre este dilema cotidiano. Nos preguntábamos cómo hacer para no caer en el error de llamar fuera de red —porque eso, en ese entonces, dolía en la factura o en la recarga. Él me comentó que existían algunas herramientas que permitían identificar la compañía de un número, pero que eran de pago y poco prácticas. La paradoja era evidente: tenías que gastar para evitar gastar más.

Por esos días, yo había cursado en la universidad el ramo “Computación I”, donde aprendimos a programar en Java y nos introdujeron al mundo de J2ME, además de otros conceptos fundamentales como estructuras de datos, manejo de archivos, programación orientada a objetos, compilación en entornos limitados, modelamiento de bases de datos, JDBC, sockets, y un largo etcétera que, en retrospectiva, nos dio una base más que decente para enfrentar problemas reales. Todo esto, por cierto, gracias al manual de cabecera del curso: el inconfundible “Teach Yourself Java in 21 Days”, un libro que prometía lo que su título indicaba, aunque con un nivel de intensidad que a veces requería 21 cafés por hora.

De hecho, a ninguno de mis compañeros nos gustó mucho el ramo —no por la materia, sino por lo estresante que fue ese semestre.

Aun así, yo era ayudante del mismo ramo, y eso me motivó a tomar la idea con seriedad. Esa misma noche, inspirado por la charla con mi hermano y el conocimiento fresco (o sobrevivido) del curso, me puse a programar. Horas más tarde, armé el primer prototipo funcional de lo que luego se llamaría OpenCeluchile… y se lo envié a él. El resto, como se dice, es historia .jar.

La app, escrita en Java ME (J2ME), corría en los clásicos Nokia, Sony Ericsson, Motorola o cualquier aparato que dijera “compatible con Java” y no explotara al abrir un .jar. Su nombre era simple y directo: OpenCeluchile. El sitio web que la albergaba, www.openceluchile.info, se convirtió en una solución de bolsillo para evitar gastos innecesarios.

¿Qué hacía exactamente OpenCeluchile?

OpenCeluchile era una aplicación que te permitía ingresar un número móvil -posteriormente también fijo- chileno y, usando una base de datos local y actualizable, te devolvía la compañía original asignada según su prefijo. Simple. Rápido. Esencial.

  • ¿Querías llamar a un amigo? Mejor saber si estaba en tu red.

  • ¿Tenías polola en otra compañía? A pensar dos veces antes de decir “te llamo”.

Todo sin conexión a internet. Porque sí, muchos teléfonos ni siquiera tenían plan de datos. El “modo avión” de esa época se llamaba “no tengo saldo”.

La fuente: Subtel y su glorioso .txt

La magia detrás de la aplicación era posible gracias a una fuente que hoy parecería impensablemente rudimentaria: la Subtel publicaba en su sitio web oficial un archivo .txt con la asignación de rangos numéricos a las distintas compañías de telefonía móvil y fija.

Ese archivo, de estructura básica y sin adornos, contenía líneas que asignaban rangos de números a cada operadora.
Con eso bastaba. Se descargaba el archivo, se parseaba, se transformaba en un formato eficiente (para los estándares de un Nokia 5200) y se integraba en la app. La base podía ser actualizada manualmente, y en más de una ocasión alguien agradecía el nuevo .jar con “los rangos del mes”.

Era literalmente un mashup entre lo público, lo útil y lo artesanal. Open data sin saber que eso se llamaba así.

La web: .info de un dólar y con dignidad

El sitio www.openceluchile.info fue el hogar oficial de la aplicación. Y aunque hoy esa dirección parece sacada de un catálogo de dominios olvidados, en su momento fue una elección perfectamente racional… y económica.

En esa época, los dominios .cl costaban una suma que, para un estudiante universitario, resultaba considerable. Pero entonces apareció la solución mágica: GoDaddy ofrecía dominios .info por solo un dólar el primer año. Un dólar. Menos que una bebida en la U. Y con eso, ya tenías presencia web “internacional”.

Así nació openceluchile.info, no por estrategia de marca ni por posicionamiento SEO, sino por pura optimización presupuestaria. El nombre, claro, también tenía ese aire de proyecto open source que tan bien quedaba con la estética de la época.

El sitio fue subido a un hosting gratuito que tolerara un par de megas de tráfico mensual y no pidiera tarjeta de crédito. El contenido era funcional y directo, con enlaces que ofrecían lo justo y necesario para que cualquier usuario pudiera probar, instalar o incluso modificar la aplicación, mostrando algo así:

OpenCeluChile es un proyecto open source, desarrollado en JAVA MicroEdition (J2ME), con especificaciones MIDP2.0 y CLDC1.0.

La versión 1.2.0609 se depuró y se actualizó la base de numeración telefónica.

Para instalarlo en tu celular:

* JAR OpenCeluChile v1.2.0609 (46,8 KB)

* JAD OpenCeluChile v1.2.0609 (1 KB)

Base de numeración telefónica vigente (Junio de 2009), obtenida desde la Subsecretaría de Telecomunicaciones de Chile (SUBTEL).

Códigos de fuente:

* Proyecto Netbeans OpenCeluChile v1.2.0609 (.tar) (869 KB)

* Fuentes OpenCeluChile v1.2.0609 (.java) (10,5 KB)

* Base numeración telefonía móvil (.txt) (17,9 KB)

* Base numeración telefonía fija (.txt) (146 KB)

Pero además de permitir la descarga, el sitio contaba con algo poco habitual (y francamente avanzado para su tiempo): una versión embebida de la app ejecutable directamente en el navegador, gracias al uso del emulador web MicroEmulator. Esta herramienta, desarrollada en Java, permitía emular teléfonos J2ME en navegadores compatibles con Java Applets —lo que significaba que alguien sin celular compatible podía probar la app directamente desde su computador, como si tuviera un Nokia virtual en pantalla.

El diseño… bueno, era lo que se podía hacer con tablas HTML, <font color="blue"> y algo de buena voluntad. Nada de frameworks, ni CMS, ni “responsive design”. Era una página pensada para abrir rápido en un computador del cibercafé o en el navegador Opera Mini.

Pero funcionaba. Y cumplía su rol: ser un centro de distribución confiable y, de paso, una plataforma demostrativa de una herramienta desarrollada con propósito... porque innovar con presupuesto cero también es una tradición nacional. Incluso en algunos foros chilenos de tecnología y prepago circuló el link como “la app para saber si te van a sangrar por llamar”.

En el fondo, fue una página modesta, honesta, con la dignidad de lo hecho a pulso. Como tantos otros proyectos de estudiantes que, con un dólar y muchas ganas, se abrían paso en la red con lo justo... pero suficiente.

¿Y qué pasó con OpenCeluchile?

En aquella época no existía la portabilidad numérica, ese derecho que hoy damos por sentado pero que en Chile comenzó a implementarse recién en 2012 para los números móviles. Antes de eso, el número telefónico estaba “atado” a la compañía que lo emitía. Es decir, si recibías una llamada desde un número con cierto prefijo, podías saber con seguridad de qué operadora provenía.

Esto generaba un ecosistema donde los usuarios organizaban su agenda según la compañía: amigos en Entel, familia en Movistar, trabajo en Claro. Las tarifas variaban enormemente si llamabas dentro o fuera de red, y por eso era habitual preguntar antes de marcar: "¿De qué compañía eres?".
Solo quien efectuaba la llamada pagaba por ella —una medida implementada en Chile desde 1999 bajo el modelo conocido como Calling Party Pays—, pero ese costo podía ser considerable si no sabías en qué red estaba la otra persona. Una mala suposición podía convertir una conversación trivial en una tragedia prepago.

La portabilidad numérica móvil en Chile fue introducida por la Ley N° 20.210, y comenzó a aplicarse gradualmente a partir de enero de 2012, primero en regiones y luego en Santiago. Desde entonces, los usuarios podían mantener su número al cambiar de compañía, lo que aumentó la competencia y mejoró la experiencia... pero también eliminó la posibilidad de adivinar la compañía del receptor con solo mirar el número.

Previendo ese escenario, consulté directamente a la Subtel si, tras la implementación de la portabilidad, continuarían publicando la base numérica con las respectivas compañías asignadas, tal como lo venían haciendo hasta entonces. La respuesta fue clara: no estaba contemplado en el proyecto. La transparencia numérica, como la conocíamos, se desvanecería junto con la era del prefijo-identidad.

Y tenía sentido: la portabilidad se impulsó con la premisa de fomentar la competencia, haciendo que las compañías se esforzaran por bajar los precios y mejorar el servicio. En ese nuevo contexto, herramientas como OpenCeluchile dejaban de tener razón de ser. Ya no importaba a quién llamabas: se suponía que los precios deberían dejar de castigarte por no adivinar la red correcta.

Así, el ciclo se cerraba: una app que había nacido para navegar un ecosistema fragmentado, quedaba obsoleta precisamente porque ese ecosistema se empezaba a desmantelar.

Epílogo: una app que no ganó premios, pero ahorró dinero (y tuvo su momento de fama silenciosa)

OpenCeluchile no salió en los diarios. No ganó fondos concursables ni apareció en ferias de tecnología. Pero sí evitó gastos innecesarios a quienes vivieron esa época en que cada llamada era una decisión financiera.

Y aunque nunca tuve métricas ni registros de usuarios, supe que la app andaba por ahí, funcionando, ayudando y pasando de celular en celular vía Bluetooth o infrarrojo, como correspondía en esos tiempos.

De hecho, uno de los momentos más memorables fue cuando mi hermano me contó que un colega de trabajo le mostró, entusiasmado, una aplicación que era "una maravilla": servía para saber a qué compañía pertenecía cualquier número de teléfono chileno.
Orgulloso, le explicó cómo funcionaba, como si hubiese descubierto el Santo Grial de las telecomunicaciones móviles.
Y la respuesta de mi hermano fue sencilla:
"Sí, la hizo mi hermano."

No hubo marketing, pero hubo boca a boca. Lo que hoy en día, con un poco de ironía, podríamos llamar WOM… igual que la telco.

No hubo likes, pero sí conversaciones en oficinas, universidades y micros.
Y sí, fue uno de esos proyectos de impacto nacional que solo sobrevivieron en .jar, en .txt… y en la memoria de quienes alguna vez marcaron un número con miedo al saldo.

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